Maria Dueñas

Aurora Carranza

La joven española que, en momentos y sitios radicalmente distintos, enamoró a dos hombres con una pasión tal que trastocó el destino de ambos y torció la historia de su relación. Como un fantasma bueno, la presencia y la ausencia de Aurora sobrevolarán las páginas de Misión Olvido y, en gran manera, constituirán la propia razón de ser de toda la novela.

«Desprendió rápidamente la atención de los latines, volvió la cabeza, la buscó. Y, apenas a tres metros, la encontró. Con los pómulos encendidos por el esfuerzo previo mientras con movimientos ágiles intentaba poner orden en los rizos desatados de una melena pajiza. Diferente a una farmacéutica convencional, diferente a sus compañeras de aulas y pasillos. Diferente a cualquier mujer con la que hasta entonces se hubiera cruzado en la vida.»
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Rebecca Cullen

La eficiente secretaria del departamento de Lenguas Modernas de la Universidad de Santa Cecilia, vieja amiga de Daniel Carter y punto de referencia para la nueva vida que Blanca Perea acaba de emprender en California. Rebecca acogerá a Blanca en su propio mundo y le abrirá también una ventana hacia un pasado lleno de luces y sombras.

«Su saludo fue un apretón de manos afectuoso, transmitiéndome su calidez con el tacto de la piel y un par de ojos claros que iluminaban un rostro hermoso en el que las arrugas no eran un demérito. Un gran mechón de hebras plateadas le caía sobre la frente. Intuí que bordeaba los sesenta y presentí que se trataba de una de tantas secretarias imprescindibles que, con la tercera parte del sueldo de sus superiores, suelen ser más competentes que ellos en inversa proporción.»
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Luis Zárate

El director del departamento que recibe a Blanca durante su estancia americana; el colega cercano y amigable que, como casi todos los personajes de la novela, tiene también una cara y una cruz. Confidente de ella en unas ocasiones y adversario frontal en otras, Luis Zárate constituirá unos de los vértices del conflictivo triángulo que entre Daniel, Blanca y él mismo configurarán.

«En el rostro de Luis Zárate percibí una leve ráfaga de contrariedad. Intuí que le habría gustado que el rifirrafe continuara: seguir estrujando sus argumentaciones, apretar el pulso hasta tumbar el brazo de su contrario. Pero no lo consiguió. No hubo opción a que nadie venciera, no hubo ganador. El debate, simplemente, ante la nula perspectiva de alcanzar un entendimiento armónico, se cerró. Sobrevolando el escenario, sin embargo, quedó para mí la incógnita de la verdadera causa de aquella soterrada animadversión entre los dos.»
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Darla Stern
La antigua secretaria del departamento, estrechamente vinculada al profesor Fontana antes de la muerte de este. Depositaria de memorias oscuras del pasado y de una interpretación propia y maliciosa de lo que tres décadas atrás ocurrió.
«Una lámpara de luz mortecina alumbraba la estancia. Frente al sillón de la anciana, una televisión encendida y sin volumen proyectaba sus reflejos catódicos sobre los contornos cercanos. Tal como la recordaba, mantenía su espesa melena de pelo teñido en un tono rubio nórdico incongruente con su edad. En su rostro replegado en mil arrugas, como si estuviera lista para una gran fiesta, resaltaban de nuevo unos labios pintados de rojo intenso. Su vestimenta, otro viejo chándal de color incierto, indicaba en cambio que sus planes no contemplaban ir a ningún sitio.»
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Fanny Stern
La chica para todo del departamento. Cortita de luces, hija de Darla, y dueña de un depósito de recuerdos y sentimientos que arrojarán luz sobre algunas de las preguntas que Blanca se va haciendo a medida que pasan los días.
«Reaccionó por fin cerrando y abriendo los ojos con fuerza, como si acabara de regresar precipitadamente desde un viaje astral. Me tendió entonces la mano y la agitó con una sacudida abrupta; después, sin mediar palabra, echó a andar sin esperarme mientras yo me esforzaba para seguirla haciendo equilibrios entre dos maletas, un gran bolsón y mi ordenador portátil colgado del hombro.»
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